Leyenda del Indio Mocho

Después de que el cura Miguel Hidalgo con el grito de Dolores iniciara la Independencia de México el 16 de Septiembre de 1810, las ideas insurgentes se propagaron por todo el territorio de la Nueva España y la Nueva Galicia, a la que Totatiche pertenecía; así mismo se encontraron muchos hombres que se sumaron a la causa de Independencia.

En Colotlán, el cura Calvillo levantó en armas a todos los pueblos de la región, entre ellos Totatiche, de donde se aliaron con el cura para sumarse a la causa Insurgente.

Muchos totatichenses derramaron su sangre por la Independencia, incluso en la plaza y en algunas calles del pueblo fueron fusilados algunos de ellos.

Entre estos hombres valientes se cuenta que había un indio muy pobre, pero fuerte en su físico como en su carácter; y estando harto de la esclavitud a la que era sometido por parte de los españoles; decidió pelear contra ellos para lograr una nación Independiente.

Los insurgentes se reunían en secreto en algunas casas, entre estas estaba la del indio. Se dice que su casa se encontraba por lo que ahora es la calle Fray Juan Gómez, cerca del centro.

Sin embargo, siempre existe gente malvada y traicionera que por la ambición no le importa hacer daño al prójimo.

Las autoridades españolas ofrecieron una cuantiosa suma de dinero y bienes materiales, a quienes denunciaran a las personas que participaban en secreto apoyando a los insurgentes.

Ante este atractivo ofrecimiento, no faltaron las personas que hicieron lo posible por saber quien realizaba reuniones en secreto o quien se sumaba a la independencia, para después denunciarlas.

Entre esas personas se encontraba un hombre muy ambicioso, vecino del indio, quien al enterarse de las reuniones que se realizaban por las noches en su casa, no tardó en denunciar ante las autoridades este hecho.

Estas al enterarse, mandaron espiar a los insurgentes pagándole a una persona, para que dijera que se quería sumar a la causa, para después atraparlos y fusilarlos.

Pues así fue, y un día que se dirigían los insurgentes a Cartagena comunidad de Totatiche, a pelear contra los españoles, estos les pusieron una trampa. Y fue así que lograron agarrar a muchos de ellos, pero el indio sin embargo se les escapó.

Las autoridades ni tardas ni perezosas, saquearon la casa del indio, la incendiaron y asesinaron a su mujer y a sus hijos. Al llegar el indio al pueblo por la noche, se encontró con la sorpresa que su casa estaba destruida, y que habían matado a toda su familia; ante este hecho el indio lloró amargamente, que según se dice, los lloridos se escuchaban por todo el pueblo. Fue así que las personas le nombraron a su calle durante muchos años: “La calle del indio triste”, en recuerdo de este doloroso acontecimiento.

Ante este hecho las autoridades mandaron apresar al indio, y como castigo fue sentenciado a morir descuartizado. Y así fue, en presencia del pueblo y junto con otros insurgentes, fue trozado parte por parte de su cuerpo, y ante el sentimiento profundo y los gritos de dolor, no tardó en decir: “Viva la Independencia”, “Viva México”, hasta que murió.

Sus cuerpos fueron sepultados en el antiguo cementerio que se encontraba frente al templo hasta la reforma de Juárez.

Pasaron los años, y la gente murmuraba que por las noches, en la plaza principal, la figura de un hombre con barba y pelo largo sin piernas ni brazos, daba un recorrido al cuadro de la plaza, para luego dirigirse por algunas calles del pueblo; y que en su recorrido iba silbando como si fuera el viento, y que a su paso los perros aullaban de miedo.

Todavía hay personas que aseguran ver a ese hombre paseando por las calles, y dicen que esta mutilado. Pero... ¿quién será esa ánima en pena?, quien sabe, lo que es verdad es que la gente asegura que es: “El Indio Mocho”.